No deja de sorprender que en Estados Unidos, acostumbrados a grandes coches y grandes motores, estuviese forjándose un importante mercado para Porsche. Teniendo en cuenta el producto alemán, era como comparar un gran reloj de pie con un preciso reloj de pulsera. Pero el nivel de exotismo y eficacia de este compacto deportivo pesó mucho y prácticamente desde el comienzo América fue el país más importante para Porsche (con un 50% de las ventas totales en 1955).

Y por eso las sugerencias de Hoffman se escuchaban con atención. Yendo a los detalles, el neoyorquino también influyó en las motorizaciones de los 'Continental': llegaban a su concesionario únicamente con motores de 1500 cc (en versión normal o 'S'). Tanto las mecánicas 1,1L como las de 1,3 resultaban escasas 'sobre el papel' para unos clientes que no tenían en cuenta el liviano peso de la montura.

Nuestro cabriolet por tanto dispone de este motor (en versión normal, tipo 546/2). Es el aclamado motor bóxer de 4 cilindros opuestos que propulsaba también al Beetle, un coche que se entrevé continuamente en el tres cincuenta y seis. De él es el planteamiento básico del chasis, de plancha de acero estamapado, y también las suspensiones. Su esquema dispone de brazos tirados con barras estabilizadoras en ambos trenes.

En constante evolución, todas las mejoras de las que el 356 se benefició mientras estuvo en producción fueron en la dirección de eliminar piezas de origen VW en favor de unas mejores diseñadas en casa. Concretamente nuestro ejemplar dispone ya de tambores más grandes, una caja de cambios ya sincronizada y un nuevo cárter de aluminio de cuatro litros y medio. Eran algunas de las cosas que hacían a estos coches cada vez menos Volkswagen y más Porsche cada año.